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Tu empresa despega cada día… pero, ¿sabes a dónde va? 🧭

19 de octubre de 2025 por
Tu empresa despega cada día… pero, ¿sabes a dónde va? 🧭
Finanboo S.L., Dpto. CRM
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⏰ El despertador del Capitán Martínez suena puntual. Se ducha, toma café y revisa el correo antes de salir. Le gusta la rutina: cada gesto tiene su orden, cada día su rumbo.

En el coche, camino del aeropuerto, recibe una llamada de su antiguo instructor, el comandante Herrero, retirado hace años. Hablan sobre materiales, sobre el último modelo de la competencia. La conversación fluye hasta que Herrero, con su tono pausado de siempre, le dice:

—Martínez, ten cuidado con los…

La llamada se corta. En el túnel del aparcamiento la cobertura siempre falla. Martínez suspira. “Ya le llamaré”, piensa.

🌅 En la pista, el amanecer tiñe el fuselaje del avión. Martínez camina con paso firme, saluda al personal de tierra y pregunta lo de siempre:

—¿Todo bien por ahí? ¿Combustible cargado?

Pulgares arriba. Una sonrisa. Todo correcto.

Se detiene un instante antes de subir la escalera y levanta la mano para sentir el viento. Sopla algo más fuerte de lo habitual. "Últimamente el tiempo anda revuelto, pero el pájaro podrá con ello", concluye.

Antes de entrar, un pitido leve en la consola llama su atención. Lo reconoce, lo ha oído antes. “¡Qué pesada esa alerta!”, se dice. Lleva cinco semanas volando con ella pero sabe que es una falsa alarma, ya que no ha pasado nada en todo este tiempo.

🛫 El pasaje ya está a bordo. Martínez se acomoda en el asiento, repasa sus notas y respira profundo. Empuja la palanca de gas y el avión comienza a acelerar con determinación.

Tres… dos… uno… ¡adelante!

El avión se eleva con elegancia, y todo parece fluir como siempre.

Y, sin embargo, en la cabina del Capitán Martínez, algo no va como debería.

☕ Juana también madruga. Ducha rápida, café caliente y un vistazo al móvil. En el grupo de la fábrica hay mensajes de última hora: un proveedor pregunta por un pedido que no llega, el jefe de producción menciona algo sobre la máquina tres, alguien envía fotos de los nuevos tejidos italianos.

En el coche, recibe la llamada de Pedro, su gestor de toda la vida. Le tiene cariño y confianza, aunque últimamente lo nota raro. Hablan de nóminas, de cobros, del cierre del mes… hasta que Pedro comienza a decir:

—Tenemos que revisar el almacén, hay que…

La llamada se corta. En esa carretera, la cobertura siempre falla. Juana suspira. “Ya le llamaré.”

🌤️ Al llegar a su negocio, la recibe el olor familiar a algodón, tintes y café. Los operarios ya están dentro, las máquinas arrancando. Juana saluda al personal y pregunta:

—¿Todo bien por ahí? ¿Ha llegado ya el pedido de junio?

Pulgares arriba. Una sonrisa. Todo correcto.

Al fondo, el equipo de compras parece algo más tenso que de costumbre. "Normal", piensa, "han tenido mucho trabajo últimamente". Deja pasar la sensación y sube al despacho.

💻 En su mesa, repasa mentalmente los pedidos: el grande de Barcelona, el de exportación, el del cliente nuevo que aún no ha confirmado. Respira hondo. “Vamos allá, puedes con ello”, se dice.

La sirena suena puntual y la fábrica comienza una nueva jornada.

Y, sin embargo, en la empresa de Juana, algo no va como debería.

A veces, la rutina nos hace dejar de mirar los indicadores del tablero.

En el avión del Capitán Martínez los instrumentos están encendidos… pero Martínez no los mira con detenimiento. El nuevo modelo tiene demasiadas pantallas, demasiados botones, demasiadas alertas, demasiados datos. Los indicadores están ahí, murmurando su verdad, pero él confía más en el rugido del motor, en el ritmo aprendido, en sus horas de vuelo.

Y en la fábrica de Juana, tampoco nadie mira con detenimiento la información financiera. Los datos contables están ahí —en hojas de cálculo, en carpetas que alguien actualizó hace meses—, pero Juana apenas los consulta. Lidiar con todo es complicado, y prefiere el pulso del taller, el olor del tejido, la intuición que tantos años le ha servido.

Durante un tiempo, el instinto y la experiencia bastan.

El avión se sostiene, la fábrica produce, los pasajeros duermen, los clientes repiten.

Hasta que el viento cambia medio grado.

Hasta que un pedido se retrasa, una máquina se para, un proveedor endurece plazos.

Y entonces, ya no basta con sentir: hay que saber.

Lo impensable en el cielo —volar sin mirar los instrumentos— sucede a diario en tierra.

Miles de empresas caminan ignorando su propia evolución financiera.

No por falta de talento ni de voluntad, sino porque nadie les enseñó a traducir los datos en rumbo.

Porque todo negocio tiene sus propios indicadores de vuelo:

  • ⛽️ Combustible ⇒ la tesorería
  • 📈 Altitud ⇒ la solvencia
  • 🧭 Rumbo ⇒ la rentabilidad
  • 🌬️ Viento y meteorología ⇒ las tendencias y el contexto
  • 🚦 Tráfico ⇒ la competencia

Y, como en el aire, basta con no mirar uno solo para perder estabilidad.

Tanto en el avión como en los negocios hay mucho en juego: vidas, familias, sueños compartidos.

Pero hay una diferencia: en tierra aún estamos a tiempo de reaccionar.

Finanboo nace precisamente para eso.

Para que las empresas sepan cuál es su rumbo, a qué altitud vuelan, qué turbulencias se acercan. Un Director Financiero Digital siempre disponible, que mediante la tecnología de Finanboo Intelligence convierte los datos contables en indicadores claros, explicaciones comprensibles y alertas accionables.

Porque la verdadera fortaleza no está en resistir el viento, sino en leerlo. En adaptarse sin quebrarse. En crecer con equilibrio, sabiendo a dónde se va. Solo así una empresa no solo despega cada día…

sino que sabe exactamente hacia dónde vuela.

Descubre sobre cómo Finanboo ayuda a las empresas a volar con rumbo en www.finanboo.com

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